Últimamente es cada vez más común escuchar a personas que acuden a procesos denominados "coaching" y en donde desafortunadamente muchos usuarios resultan timados económicamente, o bien, salen de dichos cursos con emociones muy fuertes e incluso en situación de crisis.
Por ello aquí te presentamos algunas consideraciones que la revista Forbes recomienda saber antes de inscribirte o recomendarle a alguien que participe en sesiones o ejercicios de coaching:
La base del coaching es la ontología, es decir, el estudio del ser y es una orientación dirigida a la toma de decisiones y acciones enfocadas principalmente en el ámbito empresarial y laboral. El Coach debe estar certficado y avalado por alguna institución académica. Tomar uno o dos cursos no te convierte en un coach.
El coaching, por principio, es ejecutivo, por lo que la intención última de su estudio es la puesta en práctica de acciones y su implementación con el seguimiento del coach. No busca profundizar en las raíces de los problemas ni es recomendable para trastornos mentales graves o recurrentes.
Ser coach no significa convertirte en un gurú del "sí se puede", publicar en youtube o tener muchos seguidores en instagram por el estilo de vida que llevas. El coaching es una metodología y como tal necesita de un estudio y un proceso.
El coaching no te llevará a ser multimillonario ni la persona más feliz del mundo, y mucho menos en un par de sesiones o en un retiro de 15 días. Funciona para metas concretas y se trata de que el coach esté codo a codo con la persona durante todo el proceso de la toma de decisiones.
Finalmente, la diferencia entre el coaching y un proceso de psicoterapia es que el primero se trata de orientación y consejería enfocada en metas concretas a corto y mediano plazo, mientras que la psicoterapia es un espacio de reflexión profunda y conocimiento personal. No se trata de decir cuál es mejor o peor, sino de tomar decisiones informadas y, en ambos casos, verificar los estudios de la persona que nos está atendiendo.
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