Me han solicitado ya varias personas escribir acerca del manejo de situaciones traumáticas en niños a propósito de los sismos que se presentaron en varios estados de la República Mexicana (Septiembre 2017), sin embargo no quisiera avocarme exclusivamente al abordaje en niños o adolescentes, o incluso centrarme únicamente en el trabajo en desastres naturales (temblores, inundaciones) sino hacer de este artículo una aclaración acerca de lo que se considera traumático o no desde el punto de la psicología y la psicoterapia.
¿Qué es un trauma y como puede llegar a tener afectaciones psicológicas?
Se ha popularizado mucho el término "trauma" para hacer referencia a situaciones que los padres, abuelos, maestros, etc. consideran que pueden dañar a nivel emocional a los niños, o bien ha hechos cotidianos que nos sorprenden o angustian a los adultos (olvidos, visualización de imágenes, etc.)
Sin embargo, ¿no comprarle el juguete que desea o el nuevo celular es considerado un trauma para un niño o adolescente?
El término "trauma" es un término sacado de la disciplina médica, el cual hace referencia a una herida (corporal) producto de un golpe o impacto, el cual, destruye, daña o rompe tejidos, huesos, órganos.
Los traumas psicológicos pueden ser producto de hechos o situaciones que ponen en riesgo la vida o la integridad física del niño, adolescente o adulto (sismos, inundaciones, guerra, accidentes automovilísticos) que por la destrucción o desaparición del referente mental que tiene la persona de su mundo y de sí mismo(caída de edificios, visión de la muerte de una persona, dolor físico intenso) "rompen" generando estados de descontrol, ansiedad, miedo intenso e incluso estados en donde no se piensa en nada ni se actúa, negando incluso que el hecho haya sucedido.
Sin embargo, algo particular de las situaciones traumáticas es que no sólo se vinculan a un riesgo físico, sino que también incluyen "impactos" a la mente de la persona: imágenes, palabras, acciones, miradas, cambios intensos que modifican radicalmente la vida de la persona (ya sea niño, adolescente o adulto).
Entonces, ¿todo es potencialmente una situación traumática?
Si y no, una situación puede ser traumática a nivel psicológico si cuenta con una o todas las características que a continuación se presentan:
Tiene un alto impacto en la vida de la persona (daño físico, modificación de estilo de vida, auto concepto)
Es repetitiva
No hay palabras o medios para expresarlo (por recursos de la persona, cuestiones del entorno o sociales)
Las situaciones potencialmente traumáticas a las que nos podemos enfrentar son las siguientes:
Divorcios o separaciones familiares. Psicólogos y psicoterapeutas infantiles insistimos en que en caso de que una familia esté pasando por el divorcio o separación de los padres se fomente el hablar del tema, se eviten discusiones repetitivas, separaciones y "reconciliaciones" frecuentes, ya que por sí misma la separación es potencialmente traumática pero si se incluyen otras cuestiones, aumenta su potencial traumático.
Mudanzas, cambios de escuela o de grado. El cambio del entorno físico y de las personas que nos rodean afectan dependiendo de cómo se aborde y si existe o no la posibilidad de hablar de ello o de planificarlo.
Muerte de familiares o mascotas. Puede suceder que dichas situaciones sean abruptas o bien, producto de un proceso de desgaste o de enfermedad, preparar y fomentar en entendimiento del suceso es fundamental.
Hechos repetitivos. Insultos o apodos dichos durante años, situaciones recurrentes de amenazas, abandonos o cambios frecuentes, miradas de desaprobación, etc. suelen tener impacto por su repetición además de por su intensidad.
Despido, cierre del empleo. Mengua el auto concepto y el lugar que sentimos que tenemos en el mundo, muchas personas que se enfrentan a situaciones vinculadas a la pérdida del trabajo lo vivencian como un hecho traumático además de que puede generar estados depresivos intensos.
Maltrato físico o psicológico, abuso sexual.
Terremotos, inundaciones, entornos de violencia extrema.
Ante situaciones traumáticas, ¿cómo ayudo a mi hijo o a mí?
Estas recomendaciones aplican tanto para casos de sismo, separación, etc.
No esperes recuperarte o que los otros se recuperen de forma rápida, brinda tiempo para reestablecer, no retengas tu llanto si tu hijo o tú desean llorar, explica y habla acerca de tus sentimientos al expresarlos.
Usa tus redes de apoyo, las redes de apoyo son personas (familiares, amigos, compañeros) a quienes pueden pedir ayuda y a su vez ayudar, no te detengas y pide ayuda si la necesitas ya sea para hablar.
Busca ayuda de profesionales. Ya sean brigadas, psicólogos, psicoterapeutas, psiquiatras, los profesionales estamos para brindar apoyo especializado.
Expresa cómo te sientes y lo que piensas a través de alguna actividad creativa (por ejemplo, escribe un diario, dibuja, pinta, etc.)
No dejes de lado las necesidades básicas. Come de forma balanceada, procura relajarte y dormir las horas suficientes. No consumas alcohol u otras sustancias para "relajarte". Si estás desgastado físicamente o bajo el influjo de alguna sustancia, la capacidad para afrontar las situaciones disminuye y dichos estados afectan de forma negativa en el proceso de recuperación
Vuelve a tus rutinas: restablece la hora en la que duermes, comes, te ejercitabas, este proceso recupera la noción mental que se tiene del día a día.
No tomes decisiones precipitadas o rápidas: mudarte, cambiar de trabajo, iniciar una relación, son decisiones que por su importancia conllevan altos niveles de estrés y pueden ser tomadas en el ánimo de evadir la situación sin medir consecuencias.
Estrés postraumático y las repercusiones de no tratarlo.
Posterior a aun hecho traumático existe la posibilidad de desarrollar estrés postraumático el cual es un trastorno caracterizado por los siguientes elementos:
Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso.
Sueños angustiosos recurrentes relacionados con el suceso, sensaciones o sentimientos asociados a éste.
Reacciones en las que se siente o se actúa “como si” se repitiera el suceso.
Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos relacionados (sudación, aumento o baja de la presión cardiaca, temblor, orinarse)
Se evita de forma intensa estímulos asociados al suceso.
Esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca del suceso.
Incapacidad de recordar un aspecto importante de lo sucedido.
Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo (p. ej., “Estoy mal,” “No puedo confiar en nadie,” “El mundo es muy peligroso,” “Tengo los nervios destrozados”).
Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso que hace que el individuo se acuse a sí mismo o a los demás.
Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza).
Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.
Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso traumático, que comienza o empeora después del acontecimiento: (Comportamiento irritable y arrebatos de furia, comportamiento imprudente o autodestructivo, hipervigilancia, respuesta de sobresalto exagerada, problemas de concentración).
El estrés postraumático requiere un trabajo profesional en donde se analiza el trauma generado, elementos que fomentaron su aparición, así como el fomento en la expresión y entendimiento del suceso para su puesta en palabras. No dudes en buscar ayuda profesional para ti o para tu familia de requerirlo. Busca ayuda psicológica con un psicólogo infantil, psicólogo de adultos o bien psicoterapeutas o psiquiatras que cuenten con experiencia en el trabajo de este tipo de casos. Recuerda que los psicólogos estamos para apoyarte.
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