Acudir al psicólogo es una de las tantas maneras de cuidarnos y procurarnos, tener un espacio para ti y tus necesidades, en donde el terapeuta acompaña en este descubrimiento para tratar de buscar vías para transformar nuestro mundo interno.
Inicialmente, al comenzar un tratamiento psicológico, muchos de los pacientes llegan con metas establecidas o aspectos que les parecen importantes y que fueron detonantes en su elección de asistir; todos con el objetivo de que esto ya no ocurra o darle un sentido a lo que está pasando.
Las primeras entrevistas sirven para conocer aspectos de diferentes áreas del paciente, muchas veces; algunos terapeutas optan por establecer metas, marcar objetivos o en dado caso señalar aspectos relevantes y que consideren pudieran ser las primeras cosas en las que habría que trabajarse. Este camino suele ser toda una experiencia nueva para el paciente y conforme se avance el tratamiento se irán desanudando diversos aspectos y dando claridad al paciente.
Sin embargo, llega un momento después de todo tratamiento en donde el paciente y el terapeuta alcanzan a visualizar cambios notables y disminución en sus síntomas; algunas veces, los pacientes pudieran cuestionarse: “¿Cuándo termina esto?” Y, aunque, como bien dicen, la respuesta varía de caso en caso, es importante contemplar que todos los objetivos terapéuticos van orientados a un desarrollo óptimo de herramientas para enfrentar las situaciones del afuera, es por ello, que cuando se comienza a visualizar mejores recursos, tanto el paciente como el terapeuta pudieran ir hablando sobre el tema del cierre.
Por otra parte, pensar en las finalizaciones de tratamiento suelen ser vistas como una victoria tanto para el paciente como para el terapeuta. Y, aunque muy pocas veces se aborde sobre ellas, es importante pensar que todo paciente que llega a consulta, espera disminuir su sintomatología y tener una mejora notable. Es importante mencionar que seguiremos siendo nosotros mismos, solo que, con una visión, escucha y herramientas distintas para afrontar los diferentes escenarios.
No obstante, muchas veces, hay finalizaciones prematuras causadas por condiciones relacionadas con el paciente, el terapeuta o ambientales. Estas finalizaciones pueden estar vinculadas con cambios de domicilio, posibilidades económicas, motivos institucionales o resistencias propias al tratamiento. Es por ello que es importante mencionarlo como un elemento más dentro del tratamiento, ya que algunas veces puede estar relacionado con otros elementos que se ponen en juego en la sesión; como lo es, la resistencia propia de continuar con el proceso.
Finalmente, sea cual sea el motivo por el que se haya pensado el finalizar o pausar un tratamiento, es importante darlo a conocer en la sesión, despejar dudas o explorar las diversas posibilidades para continuar con él, si así se desea. Recuerda que, en todos los casos, el terapeuta está para poder trabajar en las dificultades que tengamos y que todas las inquietudes pueden ponerse sobre la mesa para un mejor avance en tu tratamiento.
Lic. Cynthia González
Psicóloga clínica