A manera de observación personal, me he dado cuenta que muchos de los casos que llegan actualmente a la consulta han vivenciado o experimentado un ataque de pánico, o incluso eso es lo que les hace acercarse a una consulta psicológica ya sea por cuenta propia o por indicaciones médicas, pues regularmente los pacientes, bajo una lógica de hechos, recurren al médico general, pues como es sabido un ataque de pánico se manifiesta mayormente de forma física. Quienes los han vivido y lo que se ha registrado de esta afección es que se experimenta la dificultad para respirar, hiperventilación, palpitaciones altas, mareos, dolor o molestia en el pecho o tórax; todo esto desde una lectura física, además aquello subjetivo como, temor a morir o desaparecer, necesidad de huir o salir corriendo, sensación de despersonalización.
Los ataques de pánico suelen experimentarse sin que propiamente este asociado a un detonante externo, como una acción o situación cotidiana. Aparecen súbitamente y de golpe, tal condición genera para quién los vive una enorme ansiedad, pues puede aparecer en cualquier momento, generando algunas otras condiciones como: inseguridades, ansiedad social, agorafobia (temor a espacios abiertos o descubiertos), entre otras.
Ésta afección se puede abordar desde distintas disciplinas, tanto corrientes psicológicas como desde la psiquiatría. Desde la corriente psicoanalítica se entiende que la persona no puede metabolizar un afecto desde la psique, y ésta es expresada a manera de descarga en el cuerpo, dando lugar solo a la sensación de muerte o angustia. El trabajo analítico permite en un primer momento manifestar desde las palabras la angustia que un ataque de pánico deja, dando lugar a ahondar sobre los contenidos más inconscientes del paciente, que en muchos de los casos posibilita una relación distinta tanto con el síntoma (ataque de pánico), como con los detonantes que lo causan, vivenciándolo de forma distinta. Una de las tareas analíticas es acompañar al paciente para ayudarle a metabolizar y digerir las experiencias internas que le abruman y que generan el ataque de pánico.
Sí bien es importante mencionar que una psicoterapia psicoanalítica regularmente es un proceso de largo plazo, hay que tener en cuenta que cada persona afronta los síntomas o sus padecimientos de maneras muy distintas a pesar de que sean muy similares las manifestaciones; además que se busca desde un inicio que la persona pueda localizar las causas o fuentes de angustia, que genere un sentimiento de control frente al síntoma, que pueda ser capaz de tener previsibilidad de los posibles detonantes o de la misma experiencia de ataque, además de propiciar sentido de consciencia de los recursos psíquicos con los que cuenta el paciente para enfrentar la angustia.
Conforme pasa el tiempo, vamos vivenciando una constante aceleración, todo se vuelve más rápido y no somos capaces (y no habría porque serlos) de estar a la par de esa aceleración, sin embargo va generando estragos en nuestra manera de relacionarnos con el mundo y con lo que habita en él, los espacios analíticos se vuelven espacios subversivos, espacios de desaceleración con apuestas a la creación de ritmos distintos; dando lugar a la angustia y ansiedades (elementos principales de los ataques de pánico), y a otras muchas manifestaciones de dolencias humanas. Todo ejercicio de autoconocimiento y reflexión propicia una relación, incluso lo llamaría apropiación, del cuerpo físico y sobre los contenidos psíquicos.