Cuando nos convertimos en #padres y #madres, nunca imaginamos todo lo que implica tener un (a) bebé en nuestros brazos. Nos hacemos grandes expectativas y esperanzas en torno a eso, ¿qué será de grande?, ¿qué carrera estudiará?.
Queremos formar una buena persona, llena de #responsabilidad y #valores. Que tengan confianza en sí mismo, capacidad de distinguir entre el bien y el mal y que maneje adecuadamente frustraciones y dificultades, la desconfianza con respecto a quienes puedan herirlos, a la vez que la confianza en los demás y que puedan tener relaciones saludables. Nadie nos enseña a ser #padres, sólo lo que conocemos de cómo nos criaron nuestros padres. Y en ese camino vamos aprendiendo muchas cosas.
Tratamos de enseñarles a nuestros #hijos sobre todos los temas, pero por algún motivo, la #sexualidad, la pareja, las relaciones íntimas y el cortejo no están entre ellos, no sale de manera natural hablar de estos temas con los #niños y #adolescentes, quizá la razón es porque nuestros padres no hablaban para nada de ello con nosotros, eran temas difíciles y preferían no hacerlo.
Así, de este modo lanzamos a nuestros #hijos al mundo sin prevenirlos de los pedófilos y con la esperanza de que sean buenas personas y que traten bien a sus parejas.
Pero hay que tener en cuenta que la educación incluye si o si educación #sexual y #respeto. Cuando los niños crecen y entran en la lucha caótica de las relaciones íntimas suelen tropezarse con conflictos de intereses y señales contradictorias: yo quiero y ella no; ella quiere hablar y yo tocar; ella me ha indicado algo y yo lo he malinterpretado; ella quiere dar el siguiente paso y yo no estoy preparado. Todo eso se mezcla con impulsos hormonales que se interponen en el camino de la razón.
Además del ejemplo que vean en casa, debemos equiparlos con valores bien arraigados y asegurarnos de que acudan a nosotros siempre que lo necesiten, es decir, que nos tengan la suficiente confianza por cualquier duda que pudieran tener. Tenemos que ser francos y abiertos con nuestros hijos al hablar de cualquier tema. Pero de verdad de cualquier tema.
De tal modo, que desde que son pequeños, les preguntamos si se sienten cómodos con que los abracemos y seamos cariñosos con ellos. Y así los estamos enseñando a expresar lo que sienten cuando alguien se les acerca. Cuando tienen siete años, mencionamos el amor, cómo se hacen los bebés, la sensación agradable y la voluntad de ambas partes. Cuando tienen doce años y mientras ven las noticias con nosotros, comentamos el caso de #abusosexual, del que han hablado, no mencionando lo horrible que es, sino señalando lo confuso que puede resultar y cómo eso es lo peor. Es mejor preguntar y no dar por supuesto que la otra persona quiere lo mismo que nosotros. Les explicamos que tienen que fijarse en la expresión de la cara y el cuerpo.
Ahora bien cuando ya son adolescentes, hay que platicarles alguna anécdota de nosotros a su edad y así entrar en confianza para hablar del tema.
Platicarles que como #adolescentes esta es la realidad con la que se van a topar, los chicos comentan lo lejos que han llegado y se comparan entre ellos y las chicas hablan en susurros sobre las posibilidades de enamorarse y ser correspondidas. Pero no siempre tiene que ser así. La apariencia de una persona o la comunicación que recibes de las chicas, puede resultar ser un interés mutuo en el contacto #sexual o del mismo modo una invitación a una relación.
Hijo, no seas de esos chicos que alardean de las experiencias que has tenido con las chicas y cuales son esas chicas, ni tampoco la chica que dejaste o que consideras una pérdida de tiempo. Imagina que hablaran así de ti y no te gustaría.
Garantizarles a nuestros hijos que disfrutarán más del #sexo estando en una relación con amor y reciprocidad, amistad y diversión, cariño y entrega mutua.
Y siempre preguntar a tu pareja lo que le gusta y lo que no.
Lic. Rocío Arguelles