En una ocasión una terapeuta me comentó durante una conversación acerca de relaciones de pareja, una frase que se quedó en mí de forma significativa: "no hay vínculo sin riesgo". Y es que vincularnos emocionalmente con otra persona nos expone #vulnerables, entre el rechazo, la falta de garantías reciprocas, la incertidumbre o la vergüenza, existen diferentes formas en las que la vulnerabilidad se hace presente en pareja. Mostrarse o ser vulnerable suele ser señalado como algo indeseable, algo que se pretende no sea visto por otros, a pesar de ello y de forma paradójica, es la misma vulnerabilidad la que posibilita entrar en contacto con vínculos humanos satisfactorios y significativos.
¿Será que existe algo en las personas que si otros saben o ven de ellos no los hará merecedores de un vínculo? Está idea social de la vulnerabilidad asociada a la debilidad, refuerza el pensamiento de que, para ser suficientemente buenos, la parte vulnerable necesita ser ocultada, disimulada ante los demás para ser dignos de ser vistos. Sin embargo, cuanto menos #auténticos nos relacionamos menos probabilidades tenemos de acercarnos a relaciones humanas #genuinas, por lo que para ser vistos, necesitamos dejarnos ver.
Al entender como inherente la parte vulnerable de nuestra persona, se puede dar paso a la #introspección para cuestionarse, ¿Qué es eso que me hace sentir vulnerable? ¿Qué significa para mí la vulnerabilidad? Para responder, se requiere de la validación y tolerancia para que el entendimiento sea hacía la comprensión, pues resultaría ilusorio tener compasión por otros si hacía adentro nos vemos con indiferencia. Verse vulnerable en pareja no sólo implica poder relacionarnos con nuestra propia vulnerabilidad, implica también permitirse escuchar y acoger la vulnerabilidad del otro. Al no vernos con honestidad, corremos el riesgo de reproducir la evitación y el rechazo que se realiza individualmente.
La expresión y sentimiento de vulnerabilidad se experimenta de distinta forma entre hombres y mujeres, las normas y expectativas de la #cultura y la distinta educación que hemos recibido por #género, influyen en su manifestación. Mientras que para los hombres la expresión de vulnerabilidad no está consentida, son aspectos como el orgullo o el #machismo los que llegan a determinar su exteriorización. Para las mujeres en cambio, aunque el sentimiento y expresión de la vulnerabilidad tampoco este permitido de forma explícita, el entendimiento es con mayor empatía y es esperado que la gestión de las emociones sea llevada por sí mismas o en compañía de otras mujeres. En los contextos de pareja, la visión de la vulnerabilidad pone de relieve estas características distintas, si en suma colocamos habilidades carentes para la comunicación, nos encontramos con estados de incomprensión que mantienen la negación de la vulnerabilidad en los vínculos de pareja.
Para transitar la vulnerabilidad es necesario entenderla como una exposición emocional, como la sensación de incertidumbre de mostrarnos sin certezas movidos por la valentía, reordenando así el sentido de la vulnerabilidad, de lo vergonzoso, lo incomodo o débil, hacía lo necesario, lo esencial para vivirnos auténticos para nosotros mismos y para los demás. El valor de renunciar al ideal de lo que debemos ser, para vernos y ser vistos como realmente somos es lo que permite verdaderas conexiones. Amarse y amar al otro como es, con la comprensión de la vulnerabilidad, constituye uno de los grandes #desafíos para las relaciones de pareja. Atender la #vulnerabilidad como la medida más precisa de valentía y consideración, nos permite dejarnos ver, nos permite creer que somos suficientes y merecedores de vínculos afectivos sanos y satisfactorios.
Sobre el autor:
Psic. Estefany Hernández
Atención a niños, adolescentes y adultos
Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara