Un cuestionamiento común en la consulta con adultos es precisamente si los psicólogos damos consejos. A veces se parte de una pregunta en particular, aunque en otras ocasiones de muchas dudas juntas.
Partiremos desde el punto de que existen muchas corrientes en psicología con sus respectivas variables en la forma de intervención. Y cabe aclarar que explicaremos lo siguiente desde el punto de vista psicoanalítico, una de las corrientes de toda esta variedad.
Precisamente el psicoanálisis trabaja con la subjetividad, lo cual se refiere a aquello que es propio para cada sujeto, es decir, si pensamos en la lógica de los consejos, lo que para una persona le sirve, probablemente para otra no. Ya que cada uno de nosotros tenemos circunstancias y formas de pensar distintas.
Recordando los ejemplos que vemos en consulta, es recurrente observar a personas que les dificulta tomar decisiones y viéndolo así no es azaroso que busque un consejo en su propio espacio. Si nosotros como terapeutas psicoanalíticos les decimos qué hacer realmente no estaríamos ayudando a que la persona pueda salir de su problema; distinto el sugerir que el sujeto pueda identificar aquellos elementos que le dificultan tomar una decisión, si sabe a consciencia lo que desea, si le sucede en distintos lugares o sólo en uno en particular, cuáles son sus obstáculos de lograr lo que quiere, etc. Ya que partiendo desde nuestra forma de intervención, buscamos el atender al problema "desde raíz".
El psicoanálisis busca en la historia de cada sujeto aquellos elementos que lo han ido constituyendo: sus personas importantes, sus situaciones complicadas, la forma en la que viven sus emociones, lo que piensa, imagina, sueña, aquello que no pueden decirle a nadie más, y un amplio número de vivencias. Teniendo la fotografía completa de cada individuo, mejor podemos entenderlo y acompañarlo en sus decisiones.
Pero entonces, ¿cómo trabaja un terapeuta psicoanalítico? La respuesta es sencilla: abriendo preguntas en cada persona. Haciendo una investigación sobre lo antes mencionado para poner las cosas sobre la mesa. Acompañando al sujeto en esa toma de decisiones, incluso la terapia se convierte en aquel lugar en el que el paciente puede recurrir a hablar de todo aquello que no puede decirle a nadie más: los terapeutas nos volvemos en cómplices y testigos de una vida. Un espacio en el que no importa lo que hagas o decidas, puedes tener unos oídos que te escuchan sin juzgar.
Y esto nos vuelve al punto que nos ocupa: si nosotros damos consejos a los pacientes, no habría mucha diferencia entre los consejos que da un amigo o un vecino bien intencionado.... entonces la terapia no tendría ningún sentido.
Cabe aclarar que hay ciertas circunstancias en donde, aún conservando el enfoque psicoanalítico, la intervención se modifica para cada sujeto en particular. Por ejemplo en aquellos casos en los que la persona se encuentra en una crisis como la pérdida de trabajo, muerte de un ser querido, algún desastre natural, crisis económica, etc. La reflexión profunda en sí no resultaría de gran ayuda. En primer instancia lo importante es que el sujeto pueda restablecerse, y desde ahí, nuestra intervención debe de ser más dirigida o concreta, que tampoco significa decidir por él, aunque sí el estar más cercanos a la persona y en los cambios que enfrenta.
Desde el psicoanálisis le apostamos a que los sujetos decidan desde aquello que les hace sentido, que puedan tomar responsabilidad de su vida y sus acciones de una forma cada vez más consciente. Como dejar de caminar a ciegas, saliendo de estas frases "no sé por qué siempre me pasa lo mismo", "no sé por qué todas mis relaciones de pareja son iguales", "quién sabe por qué no puedo tener un trabajo en el que me sienta feliz", y poder entender desde raíz el por qué, para poder darle un rumbo distinto a nuestras vidas.