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Artículos sobre Ayuda Psicológica



A más de cien de años de la invención del psicoanálisis, gran parte de la #prácticaclínica que ha tenido lugar en su nombre, parece estar más influenciada por los supuestos de los que bebió en su origen, como lo son la #hipnosis y la #catarsis, que de lo que en la posteridad, Freud, englobo en lo que entendemos por técnica psicoanalítica. Por lo que en lo sucesivo, abordaremos algunas de las ideas que, a propósito de la #prácticaclínica del psicoanálisis, se han mantenido hasta nuestros días, los modos y las formas en las que trabaja un analista, así como de las técnicas que se cree que esta disciplina utiliza dentro de su marco de trabajo.



No es poco frecuente encontrarse con una concepción generalizada de que quien acude al psicólogo o al psicoanalista, lo hace para hablar o platicar sobre sus problemas. Y aunque hay algo de cierto en esta afirmación, no podríamos decir que es lo único que en las sesiones terapéuticas tiene lugar. Si el mero hecho de hablar, tuviera la capacidad de llegar a una cura, la intervención del #analista, incluso su presencia, podrían pensarse como prescindibles. Ya que un trabajo que se sostenga únicamente en el pensar que el hablar por hablar cura, bien podría tener lugar en el marco de una charla familiar o de una conversación cotidiana.


Lo problemático en este tipo de ideas de tratamiento radica en que, si bien, es cierto que las problemáticas que se abordaran en sesión corren por parte del paciente, ya que la asociación es libre, la dirección que un #análisis, de dichas problemáticas, tomará corre por cuenta del analista. Tomando en cuanta que gran parte del trabajo en psicoanálisis apunta a poder ubicar aquello de lo cual el paciente no es capaz de dar cuenta, justamente porque de eso, es de lo que no se puede hablar, o lo que mas trabajo cuesta elaborar, bajo este supuesto; ¿en qué momento se puede llegar a concluir que alguien llegará a la cura a partir de una producción discursiva, sin dirección, que con o sin la presencia del analista tendría lugar?




Del esquema de trabajo del psicoanálisis, Freud, nos dice lo siguiente:

“En sus comienzos la #cura psicoanalítica era despiadada y agotadora. El paciente debía decirlo todo él mismo y la actividad del médico consistía en esforzarlo {drängen} de continuo. Hoy tiene un aspecto más benévolo. La cura consta de dos partes: lo que el médico colige y dice al enfermo, y el procesamiento por este último de lo que ha escuchado. El mecanismo de nuestra terapia es fácil de comprender; proporcionamos al enfermo la representación-expectativa conciente por semejanza con la cual descubrirá en sí mismo la representación inconsciente reprimida. He ahí el auxilio intelectual que le facilita superar las resistencias entre conciente e #inconsciente.” (Freud, S.; 1910)


De esta apuesta clínica podemos puntualizar dos cosas. En primer lugar, que Freud, hace mención del paso que da el psicoanalista, de pedir al paciente que lo diga todo aquello que venga a su mente, a abrir un espacio para que él mismo paciente se tome el tiempo necesario de escuchar aquello de lo que él mismo enuncia. Proceso que no podría tener lugar sin el papel activo de un #analista, que haga una elección y procesamiento del material que surge en la sesiones. Este proceso de escucha, selección y devolución del material, tiene que ver con la técnica de la interpretación en #psicoanálisis. Esta intervención activa del #analista va desde la escucha, hasta el gesto o la palabra.


Resumiendo, podríamos decir que aunque es cierto que el trabajo #psicoanalítico se sostiene en una práctica donde prima la palabra de los pacientes, dicha palabra, tendrá que estar constantemente sometida a análisis por parte del analista. #Análisis que puede ir desde los afecto, emociones y sentimientos que lo que decimos nos produce, hasta un profundo cuestionamiento de las conductas que diariamente repetimos y que nos generan malestar. Es decir, el trabajo que en un #análisis tiene lugar, estará regido por una dinámica de #analista-paciente.





Bibliografía

Freud, S. (2012). Cinco conferencias sobre psicoanálisis. Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci y otras obras: 1910. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (2012). Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber). Trabajos

sobre técnica psicoanalítica y otras obras: 1911-1913. Buenos Aires: Amorrortu.

Los retos para los y las #psicólogos y #psicólogas alrededor del mundo no dejan de presentarse, especialmente para aquellos y aquellas que tienen como guía directriz ética el quehacer del #psicoanálisis.

El paradigma laboral ha cambiado y no volverá a ser el mismo, para bien o para mal. Los expertos lo llaman la nueva normalidad, y trae consigo una serie de implicaciones en la regulación de la interacción entre las personas. Esta regulación se implementa desde dos frentes; la política social (leyes, normas, estándares, hábitos, etc. que tendrán que crearse/modificarse para adaptarse a esta nueva normalidad) y el de la ética del deseo o ética personal (llevar a cabo esta regulación desde la cosmovisión personal de cada sujeto, decidiendo desde lo que desea que es mejor y que no lo es para él/ella). Es esta tesitura que surge una duda común entre los y las psicólogos y psicólogas “¿Cómo volver a dar #psicoterapia?”

Planteare tres formas de verlo a modo de pregunta con el objetivo de problematizar esta nueva tesitura en el quehacer clínico.



Terapia en línea

Primera pregunta; ¿Sesiones presenciales o sesiones en línea?

¿Cómo decidir entre una y otra? Dejemos un lado los lineamientos brindados por las instituciones de salud pertinentes y vayamos más allá de ello.


Los y las terapeutas se encuentran en medio de este problema, y encuentran una salida sencilla en su visión objetivizante de sí mismos diciendo “Lo que decida el paciente”. Por supuesto que lo importante siempre será el decir del paciente, por supuesto que se tendrá prioridad a su deseo (por algo es su espacio), sin embargo, en una tesitura que plantea un peligro real tanto para el paciente como para el psicólogo de contagio ¿Es realmente ético hacer esto? Planteo este escenario porque desde mi experiencia cercana los pacientes prefieren las sesiones presenciales a cualquier otra modalidad que altere el dispositivo existente. Sin embargo, se puede ver desde el otro lado; ¿Qué pasaría si el paciente quiere realizar sesiones en línea pero de acuerdo a la línea de trabajo del psicólogo esto solo implica defensividad y problemáticas que se podrían evitar en el proceso? Son esto escenarios complejos que se presentan de esa forma al brindar la óptica de aquel que ha optado por permanecer invisible, a saber el psicólogo.

A final de cuentas, sean sesiones presenciales o sean sesiones en línea, algo debe asegurarse ante todo, y eso es un compromiso alcanzado entre paciente y terapeuta en donde ambas partes se encuentren en concordancia con el espacio a implementar en el proceso psicoterapéutico, sea material o sea virtual.


Segunda pregunta; ¿Por qué sesión presencial o por qué sesión en línea? 

Terapia en línea para adultos


Una vez optado el modo de trabajo, no es más que pertinente el preguntarse qué es lo que se jugó en la decisión. ¿Acaso se jugó el deseo del terapeuta, el deseo del paciente? ¿Acaso se jugó el goce del terapeuta y la demanda del paciente? Importante cuestionar todo ello si se quiere realizar cualquier trabajo clínico con cualquier paciente.

Es una realidad que la demanda del paciente a veces es tan fuerte que puede nublar el juicio del psicólogo o psicóloga, y ello puede derivar en una serie de complicaciones más adelante en el proceso. Más allá de ello, la cuestión es que también puede surgir el giro contrario, en donde la propia demanda del psicólogo o psicóloga termine por devorar la del paciente, haciendo de ese proceso no más que una oda al narcisismo del psicólogo o psicóloga.

Son pues estos algunos puntos a considerar en la ética del quehacer clínico.



Terapia en línea como opción real ante la contingencia

Tercera pregunta; ¿Esto a que lleva?


Esta breve reflexión lleva a dos planteamientos éticos bien definidos; el de la conciliación, que parece ser (irónicamente) fundamental para que la nueva normalidad pueda implementarse adecuadamente y el del deseo propio en una medida justa.

He visto y oído psicólogos y psicólogas decir que sugieren la psicoterapia en línea por “comodidad”, así como psicólogos y psicólogas diciendo que las sesiones presenciales son mejores y solo atienden bajo esta modalidad, incluso llegando a tratar de convencer a los pacientes de ello.

Así pues he visto y oído a colegas decir que hacen “lo que el paciente diga”, a sabiendas de que algunos y algunas no tienen una línea de trabajo con la visión de las sesiones en línea en ellas, o incluso que tienen miedo de volver a las sesiones presenciales y aun así lo hacen porque lo “demando el paciente”.

Son estos escenarios en apariencia inofensivos algunos de los más comunes que conllevan un cuestionamiento ético importante, mismo que se verá presente en el proceso psicoterapéutico como tal.

Es por ello importante reflexionar en torno a ello y saber cuál es la medida adecuada, cual es esa ética del deseo que nos mueve en nuestro quehacer clínico, y la que nos permite continuar mejorando en eso que nos apasiona.




Psic. Gabriel Chávez Sánchez

Psicólogo de Niños, Adolescentes y Adultos 

Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara 

Actualizado: 7 ene 2021



Redes sociales y posmodernidad

Con el inicio de la posmodernidad y la aparición de Internet, las #redessociales han pasado de tener un papel secundario basado en lo lúdico y el entretenimiento hasta ser elementos principales tanto a nivel económico, sociocultural y político para entender nuestro mundo y la realidad en la que vivimos. Entonces ¿cómo han influenciado las redes sociales la forma en la entendemos nuestra realidad y nosotros mismos?

Facebook, Youtube, Twitter, Instagram, TikTok son espacios en donde #adultos, #adolescente (y #niños) buscan entretenerse, #socializar, aprender y “ser”. Es este último elemento, lo que corresponde al “ser” el que pertenece o forma parte de lo que entendemos como #identidad.

En la actualidad es prácticamente impensable no tener un celular o no utilizar ningún tipo de conexión con internet, todas las generaciones que convivimos actualmente de una manera u otra nos encontramos en contacto con este elemento flotante llamado “la red”.


Primero hablemos sobre el concepto de identidad, entonces ¿cómo se conforma la identidad?

Desde el punto de vista de la #Psicología, se habla de identidad para denominar ciertos elementos medianamente estables acerca de preferencias, gustos, deseos, fantasías, y otros más complejos como la personalidad, el carácter, las experiencias de vida y los elementos psicosocioculturales que nos permiten definir quienes somos, éstos se cohesionan y se afianzan regularmente durante la adolescencia , sin embargo, pueden existir definiciones en cualquier edad que pueden ir desde lo superficial, hasta lo más profundo (orientación o identidad sexual, por poner un ejemplo, en donde pueden existir estas redefiniciones en el adulto mayor o en niños menores a los 3 años).

El concepto de identidad desde la Psicología habla sobre la profunda influencia del contexto además de los elementos adaptativos que establecen las bases de la identidad, sin embargo, desde el punto de vista de otras corrientes - como el #Psicoanálisis - el entendimiento del concepto de identidad plantea otras complicaciones. La identidad como concepto agrupa de manera abrupta elementos que de otra forma, no permiten entender la complejidad de lo que se estudia: La forma en la que debemos de aproximarnos para poder entender como terminamos siendo "nosotros mismos" y porqué.



La identidad en época de internet y redes sociales

Uno de los términos que me parecen que engloba la identidad es el de #subjetividad. Con subjetivación me refiero al proceso mediante el cual alguien hace suya la #cultura en la que se encuentra inmerso (formas de pensar y hacer, creencias, conocimientos) que en cierto sentido le permiten interactuar y ser en el mundo. La subjetividad es pues, una producción de sentido tanto de nosotros mismo como del mundo. Dicho producción no es solo brindada por el exterior - mundo, sino también es factible de ser modificada por aquellos que nos encontramos inmersos en ese exterior. Es así que podemos entender que el ser nosotros mismos es un devenir y no solo una producción del contexto, la cultura, el exterior.


Las redes sociales forman parte de nuestro contexto social y cultural, de nuestra vida diaria, aquello con lo que convivimos y relacionamos - ¿sería mejor decir "consumimos" - de manera cotidiana y diaria. ¿cuántas veces al día "revisamos" #Facebook, #Twitter o #Instagram? ¿Cuántas horas al día los niños o adolescentes con los convives están en #Youtube, #TikTok o Instagram? ¿Es entonces descabellado que comencemos a visualizar a la redes sociales como elementos fundamentales para entender la forma en la que surge la identificación - procesos identificatorios - en las generaciones actuales e incluso, en aquellos que nacimos antes del "boom" del #internet y las redes sociales?


¿En qué se basan las redes sociales para estar tan presentes en nuestra vida?


Las redes sociales están primordialmente basadas en una priorización de la #comunicación a través de las imágenes (fotografías, videos), esto forma de presentar la información - lo que incluye también la sobresaturación de contenido - imágenes - afecta la manera en la que entendemos el mundo. La inmensa mayoría de las investigaciones neurológicas, neuropsicológicos, psicológicas, psicoanalíticas, antropológicas, sociológicas e incluso filosóficas, apuntan a que la influencia ha sido negativa, pero ¿porqué las redes sociales influyen negativamente en nuestra identidad?



Socialización e identidad en las redes sociales

Se han acuñado términos como la #hipercomunicación (comunicación que satura, por la cantidad, sin interacción real, sin mediadores, sin reflexión), la satisfacción inmediata que proporciona los "likes" o seguidores puede llegar a tener descargar neuroquímicas similares a las presentadas en adictos consumiendo, el establecimiento del uso que se realiza de la imagen corporal como producto para el consumo, todo esto establece lo negativo de las redes sociales. La capacidad de simbolización queda estancada en un elemento primitivo, se és lo que se presenta mediante la imagen, ¿podemos entender un poco más sobre el apremio y codicia que generan la adquisición de los diferentes filtros de las redes sociales como TikTok o Snapchat que “perfeccionan” la piel, afilan la nariz, aclaran la piel o el color de los ojos? ¿o bien la importancia fundamental de contar con la mejor cámara y aplicaciones para editar fotos en el celular? El proceso de identificación pues, no se realiza siquiera con la imagen que devuelve el espejo, sino aquella que "debería" según estándares basados en el atractivo (estético y sexual) que muchas veces ni siquiera forman parte del contexto social, cultural de quién las mira.


Lo presentado como realmente diferente, lo que incomoda no genera “likes” y si algo nos puede quedar claro es que la realidad, las interacciones personales, la intimidad, incomoda terriblemente, implica interactuar con un otro que tiene su propio contexto, y que, en el mejor de los casos, no busca agradarnos ni complacernos. Todo lo contrario podríamos decir de las redes sociales en donde podemos ser a través de una imagen nos satisface enormemente y nos enajena.



Autoestima e identidad en redes sociales

Si bien actualmente los cánones de belleza promovidos involucran diferentes tonos de piel, raza, peso, identidad y orientación sexual, considero que incluso en en "la diversidad" siguen existiendo ciertos estándares (no sociales sino primordialmente de consumo) para lo que requiere la interacción a través de las redes sociales, es decir si la imagen agrada o no (qué genera más likes y seguidores) frente aquello que no lo genera.

En las redes sociales, nuestra imagen es la que prevalece para comunicar (nuestra felicidad, nuestros afectos, nuestros deseos) mientras el cuerpo permanece en estasis mientras “scrolleamos” la serie de imágenes, historias, videos que las diferentes redes sociales nos pueden presentar.


Considero que las redes sociales deben ser desmenuzadas, analizadas y debemos aprender otras formas de interactuar en ellas de formas más saludables y conscientes de lo pueden llegar a conllevar en caso de no entender su funcionamiento y su premisa, así como el enorme grado de afectación que pueden conllevar su uso (esto no solo hablando solo para niños y adolescentes, aunque parecieran ser los más afectados, sino también en adultos, dado que los procesos identificatorios no solo suceden en las etapas tempranas).


Sin embargo, esto forma solo una parte (inmensamente mayoritaria, hay que decirlo) de lo que promueven, he encontrado hermosos proyectos, grupos de personas que comparten información, discuten, aprenden de los demás, interactúan y generan proyectos, y si bien son los menos de los más, las redes sociales también pueden llegar a cumplir una función de acercamiento, con personas que son reales, solidarias, "otros" que no buscan directamente agradar sino vincularse (que no es lo mismo, en ningún sentido).






Psic. Esther Solís Torres

Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara

Atención a adolescente, adultos, parejas y familias.

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