El duelo es un proceso normal y esperado que se suscita como una respuesta física y psicológica de las personas al enfrentar una pérdida, la cual puede tratarse debido a una cuestión económica, laboral, de pareja, fallecimiento, etc. Este proceso de duelo puede manifestarse incluso antes de que ocurra un evento adverso, lo que se conoce como “duelo anticipado” y generalmente se asocia con el hecho de estar consciente de que una pérdida inminente está por ocurrir, siendo un estado anímico que suele tener un pronóstico favorable a causa de que la persona comienza a trabajar sus sentimientos respecto a un escenario futuro en el que deberá lidiar con la ausencia de un ser querido o de algo particularmente deseado.
A pesar de que en los seres humanos es normal que se viva un proceso de duelo, existen circunstancias que agravan el transcurso del mismo y pueden desembocar en un “duelo patológico”, ya que si bien diversos #especialistas en la materia apuntan a un periodo de transición normal de entre 6 meses y un año, la realidad es que el tiempo que transcurre el proceso de duelo entre cada persona es variable, ya que las problemáticas que estén en juego no impactan de la misma manera a cada quien; así también, cada individuo posee recursos psicológicos diversos que le ayudan a sobrellevar y asimilar las pérdidas.
Por lo tanto, lo que caracteriza a un duelo patológico es la prolongación del tiempo en el que se manifiesta un estado de abatimiento, añoranza, debilidad, y cansancio, aunado a que la persona que atraviesa por dicha condición comienza a presentar #sintomatología psicológica y física, así como un comportamiento que resulta disfuncional para su calidad de vida.
El proceso de duelo suele distinguirse por un cambio evidente en el comportamiento y el estado físico y psicológico de la persona, como son las siguientes características:
Psicológicas
1.- Decaimiento anímico.
2.- Tristeza y melancolía.
3.- Cambios de humor abruptos (irritabilidad, indiferencia).
4.- Pensamientos irracionales.
5.- Ideas pesimistas.
6.- Pérdida de motivación hacia los planes personales.
7.- Influencia en la personalidad.
8.- Reacciones de ansiedad.
Físicos y comportamentales
1.- Cansancio constante.
2.- Insomnio y somnolencia.
3.- Pérdida de apetito.
4.- Aislamiento social.
5.- En casos graves, ideación y acto suicida.
6.- Actos impulsivos.
7.- Incremento de enfermedades psicosomáticas.
8.- Bajo rendimiento físico/laboral/académico.
Las características descritas son algunos síntomas que pueden presentar las personas que atraviesan por un proceso de duelo, y estas manifestaciones pueden ser más graves dependiendo la persona y sus recursos psicológicos, ya que incluso un proceso de duelo no resuelto puede desencadenar en una serie de trastornos mentales que complican el poder lograr la estabilidad deseada. Es importante que cada vez más incrementemos nuestro conocimiento sobre la salud mental, con la finalidad de que podamos estar alerta cuando identifiquemos que un miembro de nuestra familia, círculo social o persona allegada, refleje características evidentes de estar presentando afectaciones emocionales y físicas a raíz de un proceso de duelo no resuelto, de modo que podamos brindar un acercamiento apropiado para orientar a la persona a que busque apoyo con algún #especialista en psicología, psiquiatría o tanatología.
Las enfermedades crónicas y su repercusión psicológica.
Hicimos una breve revisión de lo que implica un proceso de duelo ante la condición de pérdida, y a continuación revisaremos el motivo por el que las personas enfrentan una carga emocional al recibir el diagnóstico de una enfermedad crónica y el proceso de adaptación a los padecimientos y el tratamiento.
Una #enfermedadcrónica se distingue por transcurrir en un periodo prolongado de tiempo, con una progresión lenta de mejora, e incluso la posibilidad en muchos casos de tratarse de una enfermedad con la que la persona debe aprender a vivir al tener una manifestación de síntomas y secuelas permanentes; así también, muchas enfermedades crónicas suman un impacto específico debido a que se conoce el potencial severo de sus repercusiones, lo cual genera temor el simple hecho de que una persona considere que pueda padecerla. Como ejemplo de enfermedades crónicas más comunes, tenemos el #cáncer, #VIH/#SIDA, #cardiopatías, #insuficienciarenal, accidentes cerebrovasculares o enfermedades autoinmunes, tratándose de enfermedades que cada vez más han ido popularizándose en el conocimiento de la sociedad, debido al impacto trascendente que generan en la calidad de vida de una persona, y si bien no todas las enfermedades crónicas tienen el mismo desenlace y llegan a ser tratables, es común que un tema que genere especial preocupación sea la muerte.
El que una persona padezca una #enfermedadcrónica o incluso cuando tiene que lidiar con el hecho de que alguien cercano la padezca, produce un proceso de duelo que representa la antesala de la posterior adaptación a lo que quizá implique un nuevo estilo de vida o la aceptación de la muerte, lo cual significa el tener que enfrentar cambios diversos como la modificación de hábitos, limitaciones físicas, pérdida de funciones cognitivas, etc. Ante este tipo de cambios a nivel orgánico, es normal que se produzca un estado de incertidumbre por el futuro, constantes interrogantes sobre lo que vendrá para la persona que enfrenta la situación adversa, por lo tanto, a #nivel psicológico se requiere de una elaboración
que permita al individuo canalizar sus sentimientos de manera efectiva, y logre analizar las situaciones con objetividad para evitar que la condición de enfermedad influya excesivamente en su vida cotidiana.
El duelo que se experimenta por causa de una enfermedad crónica no se diferencia enormemente del que ocurre por otro tipo de pérdidas, salvo el hecho de que las condiciones físicas se encuentran interferidas por lo que implica el transcurso de los síntomas específicos, sin embargo, el duelo se encarga de asentar etapas en la persona para que el cambio sea asimilado y de esta manera poder recobrar el equilibrio, por ejemplo los #especialistas en tanatología, aportan fases de transición del duelo que ilustran el estatus en el que se encuentra la persona; dichas etapas varían entre cada persona y no aparecen en un orden riguroso, las cuales son negación, depresión, ira, negociación y adaptación, entonces el entendimiento de dichas etapas aporta una forma de medir el grado de avance en el proceso de duelo, del cual se insiste, varía en cuestión de tiempo entre cada persona y lo importante en cuanto a la condición de una enfermedad crónica, es que se logre una asimilación de los padecimientos, adoptar una postura proactiva que ayude a que la persona se comprometa con su tratamiento, y se hagan esfuerzos para asegurar que recupere su calidad de vida en la medida
de lo posible.
Es importante comprender que una persona que pasa por el duelo de una enfermedad crónica propia, será normal que la percibamos con notorias diferencias en su manera de comportarse y en su estado de ánimo, por lo tanto, el especialista que se encarga de atender este tipo de casos no solo enfocará su atención en atender todas las medidas profesionales necesarias, sino que deberá contar con una perspectiva consciente y sensibilizada respecto al trato y valor humano, ya que no es posible desligar por ejemplo una intervención médica o un abordaje psicológico, de la importancia del tacto, el cuidado de la dignidad y la procuración del bienestar en un sentido total.
Me enfocaré de aquí en adelante en el caso de la intervención psicológica, para recalcar que #el especialista requiere contar con una formación que ayude al paciente a sobrellevar el proceso de duelo de una manera sensata, segura, confiable y respetuosa, reconociendo que el duelo que aparece a partir de una enfermedad crónica no amerita un abordaje que inicialmente sea basado en el análisis de elementos interpretativos o la intervención en temas secundarios, ya que es común que la persona que acude a recibir atención psicológica a causa de un proceso de duelo, llegue inicialmente en un estado de crisis y miedo, con una actitud de desesperanza y fragilidad. Por dicho motivo, un abordaje recomendable es el #acompañamiento psicoterapéutico, el cual consiste en proporcionar un espacio de escucha para apoyar en la revisión de alternativas de apoyo que el paciente requiere, amerita también durante el proceso el valorar el grado de apego que la persona posee a su tratamiento médico y una vez que se logra un estado de mayor ecuanimidad generar intervenciones psicoeducativas que aporten
estrategias útiles para mejorar la funcionalidad del individuo.
Existen muchos estilos de intervención relacionados con la atención al proceso de duelo, y quiero compartir que en mi experiencia como psicólogo clínico, el acompañamiento psicoterapéutico se suscita mucho en el ámbito hospitalario, al ser un entorno en el que muchas variables se encuentran en juego, como lo es el hecho de que la persona se encuentre pasando por un internamiento, apartado de su familia y limitado totalmente de sus actividades cotidianas; así también que la persona se encuentre bajo la condición de dolor provocado por los síntomas de una enfermedad crónica. Siendo entonces momentos en los que conviene enfatizar la importancia de la atención integral para garantizar que la persona tenga una evolución satisfactoria y de esta manera adopte herramientas que permitan la conclusión de su proceso de duelo de manera progresiva. Para finalizar, quiero señalar recomendaciones para el especialista que atiende personas que pasan por un proceso de duelo relacionado con una enfermedad crónica:
1.- Mantenerse informados de las características de la enfermedad.
2.- Establecer comunicación, en la medida de lo posible, con el médico del paciente.
3.- Verificar que la persona está al tanto de los avances y hallazgos de su enfermedad.
4.- Priorizar un trato que dignifique a la persona, para evitar estigmatizar o clasificar.
5.- Evitar comentarios “simpáticos” que intenten alentar a través de mentiras por desconocimiento o por estrategia. La persona que padece una enfermedad tiene el derecho de conocer la realidad de lo que le ocurre.
6.- En caso de hospitalización, fomentar la participación de los cuidadores primarios para generar una red de apoyo sólida.
7.- Identificar cambios de comportamiento en la persona, que signifiquen un acto de riesgo.
Psicólogo José Ruy García
Psicólogo de adolescentes, adultos y parejas
Asociación Libre - Psicólogos en Monterrey