A propósito de los recientes acontecimientos mundiales generados por la pandemia por #COVID19, que han venido a trastocar la cotidianidad de las personas, se han expuesto las diferentes aristas problemáticas que el estado de emergencia sanitaria conlleva. Tanto afecciones físicas y palpables como efectos psicológicos observables. Estos dos polos se encuentran en constante tensión que genera la retroalimentación de uno con el otro; es evidente que el sentirse mal físicamente causara efectos psicológicos que a su vez reproducirán el malestar físico, y viceversa. Sin embargo, estamos hablando de casos extremos que encuentran su desahogo en síntomas depresivos o ansiosos, auténticas afectaciones psíquicas, formaciones de compromiso que hacen tolerable las condiciones en las que nos encontramos actualmente (condiciones extremas por el #aislamientosocial y la #incertidumbre social), pero ¿Qué sucede con aquellos y aquellas que no presentan estas formaciones de compromiso extremistas? ¿Cómo se pueden sostener frente a estas condiciones? Es pues pertinente ver un “síntoma” de la sociedad moderna que adquiere una nueva luz en esta época de pandemia global, la #fatiga.
Habrá que entender a la fatiga como un #síntoma no patológico, como una “psicopatología de la vida cotidiana”, es decir, formaciones de compromiso (síntomas) que no causan angustia o que no afecta la vida de la persona. Son formas de anclaje y sostén hacía con el mundo. En este caso concreto, expresiones que nos hacen soportar las condiciones hostiles que estamos viviendo a nivel psicológico (causadas por el aislamiento) y a nivel social (emergencia sanitaria, incertidumbre económica, etc.). Es por ello curioso ver que antes de la incidencia del virus la fatiga fuera una forma de expresión común que ayudaría a las personas a adaptarse a la forma veloz y frenética de vivir en la #posmodernidad; Todos y todas en mayor o menor medida han sufrido de fatiga por lo cotidiano. Pero, si antes lo hacíamos por el sobresfuerzo de un modo de vivir frenético, ahora lo hacemos por la desaceleración que ha causado la emergencia sanitaria.
Es iluminador pensar en que ahora las personas se sienten fatigadas de no poder hacer lo que hacían antes, de llevar una vida menos estresante. Es pues este desfase de tiempos lo que hace que la #cuarentena se experimente con mayor carga de la que ya de por si conlleva. Hemos estado tan acostumbrados a un ritmo acelerado que no sabemos cómo vivir la vida cuando se vuelve más lento. La fatiga pasa a deberse por un intento de readaptarse a los nuevos tiempos, literalmente.
La fatiga se expresa como #cansancio extremo y que puede presentarse bajo los siguientes indicadores;
-Alteración en los ciclos del sueño.
-Sensación de desenfado y cansancio reiterado.
-Puede causar expresiones físicas, como dolor de cabeza.
Algunas recomendaciones prácticas para tratar de sobrellevar esta fatiga serían:
-Crear una rutina que permita la organización de tiempos.
-Hacer actividades de tiempo libre que ayuden contra la fatiga.
-Relacionarse con otras personas, esto permite que la fatiga se vea mitigada.
Psicólogo Gabriel Chávez Sánchez
Atención a niños, adolescentes y adultos
Asociación Libre - Psicólogos en Guadalajara