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Artículos sobre Ayuda Psicológica

  • 13 nov 2017
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2020


podemos ser amigos de nuestros hijos

Varios padres y madres de familia han llegado a preguntarme en el transcurso de tratamientos infantiles y conferencias que suelen indicar a sus hijos que son sus "amigos" para que les tengan la suficiente confianza y que tengan apertura para hablar con ellos, conocer sus opiniones, sentimientos, experiencias y conflictivos, es decir, que el niño les platique todo (malo y bueno) de sus vivencias en el día a día.

Sin embargo hay opiniones encontradas acerca de si este "método" o forma de tratar a los niños y adolescentes da buenos resultados o es un error, algunos padres comentan que eso les permite acercarse a sus hijos, para otros ha conllevado graves conflictos o incluso amenazas de parte de sus hijos al ponerles reglas o indicarles que serán reprendidos por sus acciones, entonces ¿es correcto o viable manejarnos como "amigos" de nuestros hijos?

La diferencia entre cercanía afectiva y "amistad"

Considero que existen 2 conceptos necesarios de entender para responder mi pregunta anterior y es la diferencia que existe entre ser cercanos afectivamente y ser "amigos" de nuestros hijos, y es que la amistad regularmente se lleva a cabo entre iguales (no necesariamente con respecto a edad o experiencia), sino iguales en circunstancias, personas que no tienen control sobre lo que el niño y adolescente puede o no hacer.

La cercanía afectiva sin embargo, es aquella que posibilita y permite generar lazos no solo de amistad, también de amor, con iguales o con figuras de autoridad. La cercanía afectiva es enseñar al niño y al adolescente a que es digno de ser amado y respetado, que debe cuidarse a sí mismo y empatizar con los demás.

La cercanía afectiva implica pues tratar de comprender, entender y escuchar y es el previo a la amistad, enseñando a empatizar, a manejar los límites cuando algo es bueno para nosotros o no, a tolerar y a respetar las diferencias, pero sobre todo, a protegerse al visualizarse como alguien valioso e importante, las primeras figuras, y las más fundamentales para tener cercanía afectiva son nuestros padres, pues es a partir de este referente que el niño entenderá el mundo y todo lo que sucede en él.

Considero que lo que desean hacer los padres no es ser "amigos" de sus hijos, sino ser cercanos a nivel afectivo con ellos y en su momento la expresión de ese deseo se indicó con un "Yo quiero ser tu amigo", "No me veas como tu papá sino como un amigo", "Cuéntame como si fuera tu amigo".

Creo que aunque podríamos pensar que lo que cuenta es la intención y no la palabra, el problema deviene cuando el concepto que tienen de amistad nuestros hijos no es compatible o incluso se contrapone con nuestro rol de padres haciendo que incluso lleguen a decirnos ¡Si me vas a regañar o a decir algo no vuelvo a platicarte nada!, ¡No quiero hablar con mi mamá, quiero hablar con mi amiga! Situaciones que, de suceder, nos deja en un estado de angustia, estrés y frustración altísimo porque, obviamente queremos saber de ellos y que platiquen con nosotros.

Pero ¡Ojo! Porque por muy bien intencionados que podamos visualizarnos como padres, eso no necesariamente refleja cercanía afectiva sino talvez una intensa necesidad de supervisarlos, vigilarlos, "confesarlos” para nosotros tomar cartas en el asunto, indicarles como contestar, como actuar, como vivir, y eso no es cercanía afectiva, más bien suena a la manifestación de conflictos míos, pensamientos, miedos propios que revivo al ver a mi hijo enfrentarse al mundo real, y de ser así, obviamente necesito resolverlo, entender por qué tengo esta fuerte necesidad de ser "aceptado" por mi hijo, a tal punto que puedo verme tentado a no ponerle ninguna regla o límite con tal de que me siga platicando de su vida, "como si fuera un amigo".

Entonces ¿Es bueno o no?, y la respuesta es depende. Depende de mí motivación, de si mi intención genera más conflictos o estados de tranquilidad, y si mi postura como "amigo" de mi hijo le genera conflicto a mi pareja (que puede terminar siendo el malo o la mala del cuento al tener que si poner reglas o solo enterarse de la vida de su hijo a través nuestro), o bien, que evidentemente le genera conflicto a mi hijo, al retarnos, no respetar las reglas y amenazarlos cuando le indicamos que debe de protegerse o respetar a los demás.

La cercanía afectiva que debemos de proporcionar como padres va acompañada de palabras y hechos, de reglas y consecuencias que permitirán a nuestro hijo saber que cuenta con nosotros, que lo amamos y respetamos, que le daremos su espacio y que lo apoyaremos cuando se sienta triste, desvalido o acosado, y eso no sucede solo con "confesarlos", sino con hechos que nos ven hacer y palabras que habremos de decirles.

Actualizado: 11 abr 2024



Cómo poner límites a los niños

Mucho se ha hablado acerca de la crisis de disciplina y falta de límites que como sociedad estamos presentando desde hace unos años (décadas), hablando incluso de una "epidemia" de niños que no obedecen, responden de forma altanera o agresiva a los padres, vaya, que no saben de límites.

Sin embargo, hay también una confusión importante acerca de lo que es un límite y su diferencia entre éste y una norma.

La gran diferencia entre un límite y una norma, es que los límites establecen el "NO" (así con mayúsculas) y las normas establecen el cómo SI realizar una acción de forma socialmente aceptable.

Los límites están vinculados a la seguridad del niño, están implicados en su supervivencia (peligro, higiene, sueño) y en el desarrollo de sus capacidades, sobre todo, su tolerancia a la frustración y su capacidad para perseverar en una tarea a largo plazo.

Las normas, en cambio, se formulan en positivo, pueden llegar ser negociables tomando en cuenta circunstancias o tiempos, e incluso ser modificables tomando en cuenta la etapa de desarrollo del niño. Es decir, los límites proveen un entendimiento profundo de los peligros y circunstancias del entorno del niño, como él puede protegerse a si mismo y mantener un respeto por lo externo, así como también, por su seguridad, fomentan la independencia y lo establecen como una persona que puede ser independiente y procurar su bienestar y salud. Ejemplos de límites y normas

Cuando es un LÍMITE No importa la edad, aplican para la sobrevivencia, seguridad e higiene del niño (incluso del adulto).

  • Cruzar la calle con cuidado y siempre viendo a ambos lados.

  • Al entrar al coche ponerse el cinturón de seguridad y no quitárselo durante el viaje.

  • No lastimar, golpear o insultar a ninguna persona o animal.

  • No aceptar ningún objeto, bebida o comida de extraños.

  • Bañarse teniendo cuidado de asear todas las partes de nuestro cuerpo.

  • Lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño.

  • No dejar objetos en el suelo pues alguien puede tropezarse.

  • Si hemos ensuciado o tirado algo hay que limpiar o levantarlo.

  • No podré obtener todo lo que deseo al momento, tendré que esperar o trabajar para lograrlo.

  • No permitir que alguien toque su cuerpo si lo hace sentir incómodo o lo hace sentir mal. Cuidar la salud e ir al médico cuando nos sentimos enfermos.

Una NORMA enseña formas sociales que permiten desarrollar costumbres, pero si no se llevan acabo no afecta la seguridad e integridad del niño

  • Tender la cama por la mañana.

  • Recoger los juguetes y colocarlos en la sesta después de jugar.

  • Hacer la tarea de 4 pm a 7 pm

  • Jugar con la pelota únicamente en espacios como patios o canchas.

Promover la noción de los límites en nuestros hijos le permitirá saber que la realidad y él mismo tiene límites, que debe cuidarse porque hay peligros reales en el exterior, que él puede protegerse a si mismo si las sigue, y que no importa su edad, puede ser independiente y visualizar su potencial como ser humano, pero que únicamente podrá alcanzarlo su trabaja en su objetivo.

¿Porqué poner límites es difícil?

Considero que este es el principal punto de la pregunta inicial, ya que muchos padres actualmente están siendo devaluados por su mismo entorno (padres, escuela, pareja) por su imposibilidad para poner límites y normas a sus hijos, pero ¿porqué a veces es tan difícil decir que no a nuestros hijos?

Puede ser que desde que nos genera culpabilidad, sentimos o pensamos que les estamos haciendo daño o privándolos de algo que en realidad tenemos o podemos proporcionarles de manera inmediata, puede ser incluso porque de una forma compensatoria, queremos darles lo que nosotros padecimos o no pudimos tener en nuestra infancia, sin embargo, los límites y las normas no tienen como función someter al niño, sino prepararlo para enfrentarse a la realidad de la vida, así como también, enseñarle que su entorno y él mismo merece respeto y amor.

Privarlos de los límites y las normas sería entonces el equivalentes a proporcionarles todo sin que tengan que trabajar por ello o esforzarse y esperar que sean independientes y creativos cuando estén el exterior.

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