La forma en la que nos amamos a nosotros mismos nos coloca en la posibilidad de amar a los demás, nos da una visión más clara de los lugares en los que nos colocamos frente a quienes nos rodean. Por ejemplo, si yo no me quiero ¿cómo pediré amor en quienes me rodean?, si yo no me quiero ¿cómo voy a saber cuando alguien más lo haga?
El autoestima va regulando nuestra interacción con nuestro entorno además de que ayuda a construir quiénes somos, pero ¿qué sucede durante la adolescencia si precisamente ahí es cuando gran parte de la personalidad se va consolidando? El adolescente buscará el amor en aquello que le sea familiar (igual que los adultos), por esto es importante reflexionar sobre cómo se ha ido consolidando el amor en mi hijo adolescente.
Si, los jóvenes se cuestionan de dónde vienen y hacia dónde van, dejan de lado algunas expectativas infantiles y retoman aquellas que les van haciendo más sentido y que construirán su personalidad.
Si al adolescente le es complicado ver sus defectos, e incluso en casos distintos donde sólo ven aquello "malo" en ellos, muy probablemente tendrán dificultades para aceptarse de una manera completa. Podemos citar ejemplos sobre aquellos adolescentes que hacen de todo para poder encajar en un grupo, aquellos que deciden no tener amigos, los que se ponen en situaciones de riesgo constantemente y parece no importarles, quienes se autolesionan o incluso con aquellos que parece que nada les pasa y sólo los conocemos contentos y complaciendo a los demás. Son ambos extremos donde es importante poner atención para prevenir una situación grave.
Como padre, ¿cómo puedo observar la forma en la que mi hijo se ama?
Observando a sus amigos, ¡ojo!, no si me caen bien a mi o no, más bien en la forma en la que ellos tratan a mi hijo y lo apoyan. Si veo que él o ella confía en su grupo.
La forma en la que mi hijo adolescente trata a su cuerpo. No sólo que lo vista "bien" si no la forma en la que lo cuida, si es confiado de su cuerpo a pesar de los cambios físicos que va viviendo, si observo que experimenta con formas de vestir, que esté al pendiente de el.
Escuchando lo que él o ella piensa de sí mismo. Recordemos que todos tenemos una voz interior que nos acredita o perjudica en nuestro diario vivir. Cuando nos equivocamos muchas veces somos nuestros peores verdugos, ¿mi hijo cómo se habla a sí mismo?
Si mi hijo acepta las cosas que hace bien, que no se minimiza o devalúa. Es un límite sano entre exigirse más por que sabe que puede pero reconociendo aquello en donde puede poner más empeño.
Observar aquellos chicos o chicas que le interesen en una relación de pareja. ¡Claro!, nosotros elegimos el amor en una pareja lo más cercano a la forma en la que nos amamos... o no nos amamos.
Estando al pendiente de la forma en la que se desenvuelve con quienes le rodean. Mi hijo (a) puede ser tímido y no necesariamente tener problemas de autoestima, así como también puede tener muchos amigos e internamente no amarse. La clave está en su lugar frente al grupo y en las formas en las que logra tener ese lugar.
Observando las formas en las que mi hijo se relaciona consigo mismo y con los demás me permitirá prevenir alguna situación en la que haya que poner atención antes de que sea demasiado tarde.