En primera instancia, Freud describió el narcisismo primario afirmando que los infantes se enfocan emocionalmente en ellos mismos antes que ver el afuera, posteriormente se conceptualiza como decepciones en las relaciones tempranas.
Es claro que hoy en día la vida actual y las vicisitudes refuerzan estas preocupaciones narcisistas, el mundo cambia de manera rápida, nos movemos frecuentemente, las comunicaciones masivas explotan nuestras inseguridades, y llega este sentimiento de vacío, de no encajar, no piensan en la integridad o identidad, sino en cuestiones superficiales como la belleza, fama, riqueza.
Ernest Jones, es de los primeros autores que escribió sobre la persona grandiosa y narcisista, la describió como exhibicionista, distanciada, emocionalmente inaccesible, con fantasías de omnipotencia, sobreevaluación de su creatividad y tendencia a ser juicioso. Entonces, la personalidad narcisista esta organizada alrededor de la afirmación de la autoestima en el exterior, es decir, este tipo de personas sienten que algo falta en su vida interna. Se encuentran preocupados por la percepción que tienen los demás de ellos y en ocasiones se sienten no queridos y fraudulentos.
No obstante, hay dos versiones del narcisista: el inadvertido y el hípervigilante; el abierto y el encubierto o penoso; el exhibicionista y el de closet; el insensible y el sensible. Lo que todos tienen en común, es este sentimiento de insuficiencia, con vergüenza, debilidad o inferioridad, sus comportamientos compensatorios se pueden presentar de diferentes maneras tratando de ocultar la preocupación.
En cuanto a sus afectos, impulsos y temperamento, la necesidad de reconocimiento muchas veces pasa desapercibido por los espectadores, y los daños que ocasiona a los demás, ante los ojos del narciso o del narcisista, pueden ser racionalizados como efectos secundarios necesarios. Los padres con niños talentosos pueden ser utilizados como una extensión narcisista del cuidador y por tanto pueden llegar a desarrollar un carácter narcisista. La envidia y la vergüenza son parte de la experiencia subjetiva de la persona narcisista, es una vergüenza de que los demás le vean como alguien malo, ser juzgado por el exterior. Digamos que la personalidad narcisista piensa: “Si mis convicciones internas que no tengo están en riesgo de ser expuestas, seré envidioso de todo aquel que tenga algo que yo no tengo” o “Si yo me siento deficiente y percibo que tu tienes todo, trataré de destruir lo que tienes y ridiculizarlo”; precisamente buscando hacer cosas para que los demás le envidien y conseguir esa validación externa.
Las relaciones con personas narcisistas son extremadamente cargadas con problemas de autoestima, es común que las personas en la adultez media noten que hay algo mal con su interacción con los demás. El problema es que el narcisista no es capaz de expresar sentimientos genuinamente, sin vergüenza, y aceptar al otro sin juicios, amar al otro tal como es. Normalmente tienden a tener una persona en la cual apoyan su autoestima, por medio de la afirmación, admiración y aprobación, como si fueran parte de ellos mismos; y son necesarias para la vida, si pierden a esta persona se siente devaluado, casi como si una parte de ellos mismos hubiese muerto; así entonces es una necesidad vital para la personalidad narcisista, pues tiene atrofiada su capacidad para amar, el otro simplemente es aquel que le da equilibrio.