La aparición del COVID-19 no solo ha traído consecuencias y movimientos significativos sobre la salud, la educación, economía y nuestras actividades cotidianas. Esta pandemia también ha traído una encrucijada al momento de externar amor o afecto.
La pandemia nos introduce en un problema, en un dilema que, conforme avancen los días se irá incrementando, principalmente en el segundo caso en el que estamos en una momentánea “permanencia” con nuestros allegados. Sabemos que tanto el hacinamiento y el estar encerrados por tanto tiempo provocan dificultades importantes para interactuar. La falta de espacio genera incomodidad, mayor irritabilidad, aburrimiento. ¡Qué situación tan complicada para quienes el estar en el trabajo, en la escuela, grupos, deportes los salvaba de fricciones familiares! Mas que justificada la preocupación de expertos en salud mental y seguridad pública, en que en estos días desafortunadamente se incrementará la violencia dentro de las familias.
Aun y cuando la situación es complicada con el COVID-19, hay que ingeniárnosla para sobrellevar la situación. Podemos buscar estrategias, puntos en concordancia para convivir y otros espacios en los que se establezcan límites con los demás. Por ejemplo:
Podemos hablar entre los miembros residentes, realizar tareas recreativas y de diversión.
Es fundamental distribuir equitativamente las tareas relacionadas con el aseo del hogar y tener disposición para cooperar en la realización de estas (¡Esto del aseo pareciera eterno! ¡Jamás se termina! ¡Menos en estos momentos de pandemia!).
Igualmente, es válido dedicar tiempo a descansar, no todo el tiempo se tiene que estar activo y por supuesto, permitir que los demás que descansen.
Es conveniente tener momentos de soledad o incluso ensimismarse (por momentos) en una red social, así como pedir espacio y pausas a los demás.
Es de suma importancia estar advertidos que las diferencias van a estar presentes o van a ocurrir en algún momento y que efectivamente el otro también, en algún momento puede estar incómodo o molesto con nosotros y pedir un “tiempo fuera”, teniendo en cuenta que es incomodidad, no debe de haber lugar para violentar o que nos violenten.
El estar con alguien todo el tiempo ¡es una locura! Esto de la “sana distancia” hay que llevarlo de lo físico a lo emocional permitiéndonos espacios con los demás.
Un aspecto que no hay que perder, es el contacto con personas fuera del núcleo familiar y para ello hay que explotar los recursos tecnológicos con los que contamos en la actualidad: video llamadas, mensajes por redes, etc. Sabemos que las condiciones económicas no son iguales para todos, pero incluso podemos hacer uso de la llamada convencional para no perder contacto con amistades. Esta situación de la distancia o el amor en línea no es nada nuevo, hay quienes desde hace muchos años han hecho uso de estas herramientas.
Por ejemplo, personas que, por situaciones de trabajo, estudios o distintos motivos, han tenido que cambiar de residencia a otras ciudades valiéndose de medios y aplicaciones para tener contacto con sus seres queridos. Sin embargo, a causa de la pandemia actualmente todos nos vemos en la necesidad de hacer uso de estos medios. Cabe mencionar que también, el establecimiento de lazos amorosos utilizando las redes sociales han sido tema de discusión de forma constante. Principalmente lo han planteado nuestros adolescentes, quienes desde hace ya un tiempo mantienen interacción por internet con mayor facilidad que los adultos.
Esta situación de emergencia sanitaria por el COVID-19 nos plantea nuevas formas para establecer vínculos. Por un lado, el establecer límites con quien nos encontramos en cuarentena y permitir que el otro establezca límites con nosotros. Por el otro, establecer vías para comunicarnos con nuestros seres queridos por nuevos caminos, a pesar de la distancia y la reducción del contacto físico. El resguardo, la distancia y el confinamiento pueden convertirse en un acto de amor hacia la pareja, la familia, los amigos o los más vulnerables ante este reto que plantea el COVID-19.