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Artículos sobre Ayuda Psicológica

Actualizado: 7 sept 2019



«El maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuándo se detiene su influencia».

– Henry Adams


La función del maestro en la sociedad es de suma importancia y no solamente tiene trascendencia en el ámbito de la transmisión de conocimiento y el desarrollo de la creatividad, sino también por la figura que representa e implica como autoridad e institución. La misma escuela funge como continente, como indicador de un límite, considerándose como un lugar que representa “un segundo hogar”. Igualmente, la escuela es considerada “una segunda familia” y que, en muchos casos de niños, niñas y adolescentes, es en la escuela donde logran encontrar una estructura y en los profesores, soporte. Es con los maestros con quienes se logra conseguir un apoyo afectivo, protección y tener una formación como sujetos, dado que fungen como figuras con las que los niños y las niñas logran identificarse y construir en cierta medida, su propia identidad.


De la misma manera, maestros y maestras contribuyen de forma significativa en la detección de conflictos emocionales ya sea por medio de su amplia experiencia al tratar con la población de alumnos y alumnas, o por que han tenido la oportunidad de adentrarse en adquirir conocimiento de las afecciones emocionales. Por lo tanto, su lugar y su labor es valiosa también en el ámbito de la salud mental.


De allí que es importante que quienes dediquen su vida a la docencia cuenten con capacitaciones que les permita desarrollar herramientas de detección de situaciones que deben de atenderse por un profesional de la salud, así como también para intervenir directamente con sus alumnos y alumnas y con ello, abrir espacios en los que sostengan dudas e incertidumbres de los estudiantes. No es una tarea sencilla, sobre todo cuando nos referimos a sostener dado que cada alumno cuenta con una historia diferente y, por ende, una forma distinta para vincularse con sus profesores: habrá alumnos cumplidos, otros que buscan pasar desapercibidos, otros tantos que reten y desafíen a sus profesores. ¡Qué difícil dar soporte, mantenerse ecuánime y comprensivo con alumnos complicados! Más aún, cuando desde su lugar como docentes, logran observar que los conflictos que reflejan los estudiantes tienen relación directa con una participación (activa o pasiva) de la familia, la cual también en ocasiones se opone a mejorar la calidad de vida de los alumnos.


Es común que los dolores psíquicos o emocionales que el infante o el adolescente padece se presenten también en el aula, como una repetición o un nuevo intento de solución a aquello que no se pudo resolver con sus padres o familia. Es por ello, que del mismo modo que el niño o la niña puso a prueba a sus padres, también pondrá a prueba al maestro con el objetivo de tener una respuesta más efectiva, pero más complicada por tratar de dar solución en un lugar distinto a donde ocurrió originalmente el conflicto.


Por este motivo, los espacios de formación para docentes, además de proveerles de guías para identificar síntomas en los estudiantes, también requieren de pausas para escuchar, observar y después reflexionar sobre el comportamiento de sus alumnos, así como también necesitan del apoyo y colaboración de profesionales en la salud mental y de familiares. Lo anterior no solo facilitará en el alumnado a aprender en sentido de la instrucción o adquisición de información, sino también de aprehender para que el estudiante haga propio ese conocimiento de sí mismo y de sus emociones.

  • 4 jun 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 7 sept 2019



La forma en la que nos amamos a nosotros mismos nos coloca en la posibilidad de amar a los demás, nos da una visión más clara de los lugares en los que nos colocamos frente a quienes nos rodean. Por ejemplo, si yo no me quiero ¿cómo pediré amor en quienes me rodean?, si yo no me quiero ¿cómo voy a saber cuando alguien más lo haga?

El autoestima va regulando nuestra interacción con nuestro entorno además de que ayuda a construir quiénes somos, pero ¿qué sucede durante la adolescencia si precisamente ahí es cuando gran parte de la personalidad se va consolidando? El adolescente buscará el amor en aquello que le sea familiar (igual que los adultos), por esto es importante reflexionar sobre cómo se ha ido consolidando el amor en mi hijo adolescente.

Si, los jóvenes se cuestionan de dónde vienen y hacia dónde van, dejan de lado algunas expectativas infantiles y retoman aquellas que les van haciendo más sentido y que construirán su personalidad.

Si al adolescente le es complicado ver sus defectos, e incluso en casos distintos donde sólo ven aquello "malo" en ellos, muy probablemente tendrán dificultades para aceptarse de una manera completa. Podemos citar ejemplos sobre aquellos adolescentes que hacen de todo para poder encajar en un grupo, aquellos que deciden no tener amigos, los que se ponen en situaciones de riesgo constantemente y parece no importarles, quienes se autolesionan o incluso con aquellos que parece que nada les pasa y sólo los conocemos contentos y complaciendo a los demás. Son ambos extremos donde es importante poner atención para prevenir una situación grave.

Como padre, ¿cómo puedo observar la forma en la que mi hijo se ama?

  • Observando a sus amigos, ¡ojo!, no si me caen bien a mi o no, más bien en la forma en la que ellos tratan a mi hijo y lo apoyan. Si veo que él o ella confía en su grupo.

  • La forma en la que mi hijo adolescente trata a su cuerpo. No sólo que lo vista "bien" si no la forma en la que lo cuida, si es confiado de su cuerpo a pesar de los cambios físicos que va viviendo, si observo que experimenta con formas de vestir, que esté al pendiente de el.

  • Escuchando lo que él o ella piensa de sí mismo. Recordemos que todos tenemos una voz interior que nos acredita o perjudica en nuestro diario vivir. Cuando nos equivocamos muchas veces somos nuestros peores verdugos, ¿mi hijo cómo se habla a sí mismo?

  • Si mi hijo acepta las cosas que hace bien, que no se minimiza o devalúa. Es un límite sano entre exigirse más por que sabe que puede pero reconociendo aquello en donde puede poner más empeño.

  • Observar aquellos chicos o chicas que le interesen en una relación de pareja. ¡Claro!, nosotros elegimos el amor en una pareja lo más cercano a la forma en la que nos amamos... o no nos amamos.

  • Estando al pendiente de la forma en la que se desenvuelve con quienes le rodean. Mi hijo (a) puede ser tímido y no necesariamente tener problemas de autoestima, así como también puede tener muchos amigos e internamente no amarse. La clave está en su lugar frente al grupo y en las formas en las que logra tener ese lugar.

Observando las formas en las que mi hijo se relaciona consigo mismo y con los demás me permitirá prevenir alguna situación en la que haya que poner atención antes de que sea demasiado tarde.

Actualizado: 7 sept 2019



Como entender a mi hijo adolescente

La distancia de generaciones entre padres y adolescentes, la diferencia de épocas en la que vivieron cada uno su adolescencia, los cambios en la tecnología, los nuevos estilos de vida, la etapa de desarollo... son algunas de las cosas que favorecen que la manera de expresarse de los padres y los hijos adolescentes sea totalmente diferente. Es mucho más abundante la información que existe y que está al acceso de los padres sobre cómo educar a hijos durante la infancia que durante la adolescencia y conforme pasa el tiempo es más complicado encontrar herramientas y consejería en la literatura al alcance de cualquier persona donde se pueda encontrar las respuestas a ¿cuál es la mejor manera de educar a mi hijo adolescente? Una de las principales característecas de ser adolescente es que nos encontramos en constante movimiento respecto a nuestra identidad, gustos, deseos y decisiones. Esto debido a que, buscar distintas maneras de ser nos permiten explorar y consolidar la identidad. Esto implica un cambio también para la paternidad, un cambio en el que los límites seran reforzados de una manera distinta a la infancia, así como la relación, los cuidados, la privacidad, los permisos, etcétera. Diremos que como padres tambien se iniciará una "adolescencia de la paternidad", donde se reestructurará la manera de responder a las conductas de los hijos adolescentes. Dentro de la complejidad y los cambios de esta etapa me atrevo a decir que existe una postura accesible a los padres adolescentes y que pueden facilitar la comunicación de una manera sorprendente en esta relación. Una postura donde:

1) Se EVITAR JUZGAR el pensamiento adolescente. Esto no es lo mismo que dar la razón o decir que todo lo que está haciendo está bien.

2) Cunado existe una ESCUCHA ACTIVA y sin juzgar, es más sencillo comprender los pensamientos de los hijos sin fusionarlos con los nuestros, y de esta manera, conocer los motivos de las acciones y reacciones del otro encintrándo así, el camino a una mejor comunicación entre padres a hijos sobre todo adolescentes.

3) Madurar nuestra paternidad a la siguente etapa, SER PADRES DE ADOLESCENTES. Comprender que no sólo son los hijos quienes viven un cambio y las dificultades en la paternidad tanbién involucran situaciones personales.

Esto aumentará en gran medida la relación, el seguimiento de reglas, el diálogo interno saludable, el autoconocimiento y el autoestima, tanto del adolescente como del padre.

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