“Necesito de alguien, que venga a luchar mi lado sin ser llamado. Alguien los suficientemente amigo, como para decirme las verdades que no quiero oír, aún sabiendo que puedo irritarme. Por eso, en este mundo de indiferentes, necesito de alguien que crea en esa cosa misteriosa, desacreditada y casi imposible: ¡la amistad!” - Charles Chaplin
El 14 de febrero se ha convertido en una fecha celebrada en muchos países y que en la actualidad dicha celebración se ha convertido en una celebración orientada al consumo, reduciendo y desvalorizando el vínculo que permite establecer una amistad genuina. Estamos en una época en la cual por un lado, las relaciones tienden a ser superficiales y pasajeras y en el lado opuesto, a establecer relaciones en las que una persona se tiene que entregar por “completo” al otro, abandonado todo el ser al servicio del amigo, posturas que en cualquiera de los casos producen dificultad para confiar y disfrutar de una amistad de forma favorable.
Numerosos pueden ser los ejemplos que podemos brindar para identificar y diferenciar entre una amistad verdadera, saludable o si ésta resulta dañina. Cada amistad tiene diferentes tintes, diferentes historias, personajes y tiempos. Enseguida mencionaré algunas circunstancias que he visto en la consulta, circunstancias de las que tenemos que estar atentos para hacer modificaciones en cómo elegimos nuestras amistades, en qué es lo que damos e incluso, en lo que no damos de nosotros mismos.
Amistad por sacrificio. Aquí es donde nos posicionamos al servicio del otro de forma total, dejando el respeto de uno mismo, por cumplir con lo que nuestros amigos desean ya sea apoyo, tiempo, dinero, atención, etc. Pero con la particularidad de no recibir de forma recíproca lo que ofrecemos.
Amistad por aprobación. Este es un punto importante dado que en ocasiones podemos llegar a abandonar nuestros objetivos, ideales o principios con la finalidad de ser aceptados por el otro, involucrándonos en situaciones de riesgo para nuestra integridad o en las que no estamos de acuerdo.
Amistad condicionada y restrictiva. Esto se puede observarse cuando un amigo/a ejerce control sobre el otro, impidiendo desarrollo de otros vínculos afectivos (pareja, familia o de otras amistades) e incluso, objetivos laborales, escolares o personales.
Es importante mencionar que todos los ejemplos anteriores, son errores que también estamos sujetos a cometer, de allí que es importante tener una percepción abierta acerca de nuestras limitaciones, inseguridades y estado emocional, ya que, de forma conjunta influyen en que uno mismo permita que nos posicionemos en situaciones en la que no se recibe afecto y en las que tampoco brindamos algo de nuestra parte para retroalimentar a nuestras amistades.
Entonces, ¿qué es una verdadera amistad y qué implica? La amistad es un proceso que se alimenta y se construye en diferentes tiempos y, como toda relación, se realiza de forma gradual requiriendo de cuidado, trabajo, confianza, lealtad, discreción y respeto por el espacio y la individualidad del otro. De esta forma se permite crear un espacio donde se busca el crecimiento personal y también del desarrollo del amigo o de la amiga. Incluso el tiempo y el espacio, son permitidos, de tal manera que ante la ausencia de quienes conforman la amistad puedan tomar rumbos distintos, y a pesar de ello, logren retornar ante una adversidad, decepción o para compartir las experiencias vividas en otros lugares.
La celebración no se reduce al festejo de un sólo día. Tampoco se reduce a amistades de un sólo género, ni tampoco restringe la entrada de alguien más. Se puede ofrecer (subrayando y haciendo énfasis en ofrecer) del apoyo y acompañamiento en situaciones difíciles, más no demanda una entrega total del tiempo y del consumo del otro. Implica ser receptivo ante la inconformidad y el desacuerdo, así como también apertura en escuchar las áreas de oportunidad que nuestros amigos nos detecten. Se permite el error, de tal manera que la equivocación no implica una destrucción del vínculo, haciendo un cuidadoso uso de las palabras error y equivocación, ya que ambos son fallos que pueden acceder a una reparación de un daño siempre y cuando la acción realizada haya sido accidental y no deliberada o con el objetivo de dañar.
Finalmente, para disfrutar de una amistad implican dos tareas. La primera implica ser amistoso con uno mismo de tal manera que uno pueda amarse para lograr brindar amistad a los demás con límites que protejan nuestra individualidad. La segunda tarea implica dar afecto genuino permitiendo el crecimiento y el error del otro, sin anularlo. Ambos factores permitirán que uno mismo, el otro o el grupo, logremos compartir y recibir afecto de forma recíproca.