Aunque en la actualidad ha habido un gran avance respecto a la información que es transmitida en temas de salud mental, considerar informarnos con profesionales es indispensable si creemos que estamos teniendo problemas con nuestras emociones, con la finalidad de que nos ayuden a identificar lo que nos pasa, hacer un diagnóstico preciso y que nos oriente para obtener la ayuda que requerimos.
A pesar de que la mayoría de nosotros hemos escuchado el término #trastornodeestréspostraumático, pocos sabemos con exactitud a qué se refiere o qué síntomas se experimentan en el mismo como para identificar si lo estamos padeciendo e incluso, si alguien cercano a nosotros puede tenerlo.
Inicialmente, es importante saber que la angustia psicológica que aparece después de la exposición a un evento traumático o estresante es bastante variable en cada persona. En algunos casos, los síntomas pueden expresarse en ansiedad o miedo, sin embargo, muchas personas que han estado expuestas a un evento traumático o estresante también pueden exhibir ira y agresividad. Estas expresiones variables que se presentan después de la exposición a eventos catastróficos o aversivos han generado que se agrupen en varios trastornos: trastorno de apego reactivo, el trastorno de compromiso social desinhibido, el trastorno de estrés postraumático (TEPT), el trastorno de estrés agudo, los trastornos de adaptación y el trastorno de duelo prolongado.
Sin embargo, el que explicaremos con detalle es el #trastornodeestréspostraumático (TEPT), apoyándonos en El Manual Diagnóstico de los trastornos mentales en su quinta edición, mismo en el que incluye los siguientes puntos a cubrir para adolescentes, adultos y niños mayores de 6 años:
A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en una (o más) de las formas siguientes:
1. Experiencia directa del suceso (s) traumático.
2. Presencia directa del suceso (s) ocurrido a otros.
3. Conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o amigo, el suceso(s) ha de haber sido violento o accidental.
4. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso(s) traumático(s) (p. ej., socorristas que recogen restos humanos; policías repetidamente expuestos a detalles del maltrato infantil). Nota: no se aplica la exposición a través de medios electrónicos, televisión, películas o fotografías, a menos que esta exposición esté relacionada con el trabajo.
B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza después del suceso(s) traumático(s):
1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso(s) traumático(s). Nota: En los niños mayores de 6 años, se pueden producir juegos repetitivos en los que se expresen temas o aspectos del suceso(s) traumático(s).
2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está relacionado con el suceso(s) traumático(s). Nota: En los niños, pueden existir sueños aterradores sin contenido reconocible.
3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas que incluyen breves intrusiones visuales o sensoriales como son flashbacks) en las que el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). Nota: En los niños, la representación específica del trauma puede tener lugar en el juego.
4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se
parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
C. Evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza tras el suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:
1. Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
2. Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
D. Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso(s) traumático(s), que comienzan o empeoran después del suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:
1. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso(s) traumático(s) (no a factores como una lesión cerebral, alcohol o drogas).
2. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo (p. ej., “Estoy mal,” “No puedo confiar en nadie,” “El mundo es muy peligroso,” “Tengo los nervios destrozados”).
3. Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso(s) traumático(s) que hace que el individuo se acuse a sí mismo o a los demás.
4. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza).
5. Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.
6. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
7. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).
E. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso(s) traumático(s), que comienza o empeora después del suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:
1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) que se expresan típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.
2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.
3. Hipervigilancia.
4. Respuesta de sobresalto exagerada.
5. Problemas de concentración.
6. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto).
F. La duración de la alteración (Criterios B, C, D y E) es superior a un mes.
G. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
H. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., medicamento, alcohol) o a otra afección médica.
Es importante mencionar que los síntomas no siempre aparecen de inmediato y generalmente, se hacen presentes dentro de los primeros 3 meses después del trauma, aunque puede retrasarse más, incluso hasta años para que se cumplan todos los criterios para el diagnóstico y ello, puede denominarse “expresión tardía”.
La expresión de los síntomas puede variar en intensidad por varios factores y estos están asociados a las condiciones individuales de cada persona antes del suceso traumático, es decir, sus rasgos de personalidad, la presencia de trastornos de personalidad ya diagnosticados, los recursos emocionales para afrontar adversidades, las redes de apoyo con las que cuente, entre otros aspectos.
Finalmente, si haz identificado que puedes cumplir con estos criterios o incluso, que alguien cercano a ti lo hace, estarán experimentando un nivel de malestar emocional importante, que seguramente ha generado pensamientos asociados a que nunca se va a poder tener una vida normal, que ya no se podrá ser feliz, entre otros, sin embargo, ello puede tratarse a través de la psicoterapia y no como una forma de eliminar el suceso difícil por el que se atravesó, sino para aprender a vivir con ello de una mejor forma.
Lic. Carolina Villarreal
Psicóloga clínica
Asociación Libre Monterrey