Hace algún tiempo vi a una mujer de unos 67 años que había llegado a consulta por motivo de una depresión, al irla conociendo me parecía una mujer vivaracha y muy alegre. Una mujer llena de dichos y sabiduría digna de su edad. Conforme la terapia fue avanzando fuimos dejando de hablar del pasado, se fue sintiendo mejor y varios síntomas disminuyeron. No obstante, comenzó a surgir como tema una “ansiedad bien rara”, decía ella, al ir hablando no encontrábamos un motivo claro del porque de la ansiedad. Le dije que me comentara su día, de pi a pa, al irla escuchando me fue abrazando una sensación que a lo largo del tratamiento nunca había surgido. Cansancio. Al ir imaginado a mi paciente durante su día a día no me cuadraba que una mujer tan alegre hiciera una rutina tan marcada y sobre todo, aislada.
Después de escucharla por unos minutos le pregunte si salía con amigas o con amigos. Me acuerdo que se me quedo viendo como si le estuviera preguntando en otro idioma, sus ojos me vieron extrañada para luego soltar una leve carcajada, me dijo que yo era muy gracioso que YA ESTABA DEMASIADO VIEJA PARA ANDAR SALIENDO CON AMIGAS…Y MENOS CON AMIGOS (ella era viuda desde hace más de 20 años).
Esta extraordinaria mujer ya no creía en poder conocer nuevas personas en su vida. Aquí el gran problema. Creemos que por nuestra edad no tenemos que seguir abriéndonos y conocer nuevas personas en nuestra vida, que ya sentamos raíces, que ya tenemos nuestra familia, la vida ya esta hecha en un largo etc., etc.; Me parece un factor fundamental para sentirnos satisfechos con nuestras vidas es mantener siempre la posibilidad de conocer nuevas personas que nos enriquezcan y nos saquen de nuestra famosa zona de confort, este evento es algo que agudiza en la vejez y muchas veces creemos que cuidar a nuestro familiar es darle de comer y medicamento, sin embargo, la vida sin relacionarnos con otros seres humanos es una invitación directa al dolor, al trauma psíquico que es causante a posterioride problemas mayores; depresión, ansiedad, cuadros psicosomáticos.
La base de la vida la podemos ver desde el nacimiento cuando el bebé se relaciona con la madre y a partir de ahí la mente comienza un largo camino que llamamos vida. Lo que la ciencia a mostrado desde los 80´s es que los seres humanos no estamos hechos para aislarnos, sino para funcionar de forma grupal. Este mismo fenómeno lo podemos ver en niños a partir de los 5 años y podemos dar cuenta de la facilidad con la que se relacionan con otros niños. Esta habilidad debido a la sociedad occidental que ejerce una violencia que muchas veces vemos como normal nos hace perder la espontaneidad de poder acercarnos a otras personas.
De igual manera mucho de los que hacen los llamados centros de día para adultos mayores es un espacio donde se les permite conocer a otras personas. Muchas veces la gente piensa que lo que ayuda es los medicamentos que se le dan, sin embargo, hay muchos estudios que muestran que si uno mantiene una vida social que permita sentirse comprendido, querido y aprender cosas nuevas, es un factor de salud de primer orden.